Historia del Teatro de Sombras
El origen del Teatro de Sombras se remonta a los tiempos del hombre prehistórico, cuando éste hacía sombras con sus manos y su cuerpo frente al fuego de las cavernas.
Ya en el siglo IV a.C. en el Mito de la Caverna de platón se nos presentan las sombras como indicadores de la realidad que no son ellas, pero que suponen el continuo recuerdo y referencia de esa realidad del ser. La sombra, a caballo entre lo real y lo ficticio, entre el ser y el no ser, a medio camino entre lo mágico y lo religioso, suponen la imagen más palpable del mundo de lo abstracto, del mundo de las ideas, de aquello que trasciende lo que nuestros sentidos perciben.
Los orígenes del teatro de sombras los encontramos en la India y en China.
En India y después en Indonesia el titiritero de sombras era un hombre muy especial llamado Dalang, era un artista sacerdote y al representar las epopeyas a través de las sombras entraba en contacto con el mundo superior y restablecía el equilibrio entre las fuerzas negativas y positivas de la comunidad. Por otro lado a través de los mitos tenía la función de educar y transmitir valores al pueblo.
En Indonesia esta tradición se mantiene muy viva y continua estando ligada a los rituales y a la unión y comunicación con la comunidad.
Las marionetas las fabrican con piel de búfalo y son figuras muy estilizadas y caladas de distintos tamaños bellamente pintadas. Los personajes son héroes, princesas, dioses, gigantes, animales...
La pantalla es de tela de lino y la luz que utilizan una veces de lámpara de aceite (fuego) y otras luz eléctrica.
El teatro de sombras chino es el único que incorpora decorados, mobiliario, plantas, palacios y animales, reales o fantásticos. Las figuras son de piel de camello o de buey. Al igual que en el resto de países, las representaciones tienen carácter sagrado, y los personajes representan a los seres del más allá.
El teatro de sombras llegó a Europa a través de las rutas de evangelización de los jesuitas. En 1772, Dominique Séraphin instaló su teatro de sombras en Versalles, en el que cosechó grandes éxitos. Asimismo, las compañías de funambulistas y cómicos italianas contribuyeron en gran medida a difundir este tipo de teatro por toda Europa.
La sombra equivale a magia, a los sueños, al subconsciente, a la muerte, al más allá, al alma, al espíritu. Sus formas inestables y siempre cambiantes son una invitación al juego imaginativo y creativo, una constante estimulación de la fantasía.
Es por ello que las sombras representan historias con una fuerte carga fantástica, por sus posibilidades de insinuar sin dejar ver, de deformar la realidad y dotarla de unas características que en otros medios sería difícil de conseguir.
La sombra nos traslada a un mundo informe, no creado, en donde se reflejan nuestras pasiones, nuestros miedos, nuestras divisiones interiores.
Esta en un plano intocable, inalcanzable. Para ejercer cualquier efecto sobre ella, es imposible dirigirse a ella de forma directa. Todo es sutil, es aparente, es de una causalidad superior. La sombra no se deforma directamente sino que se debe deformar el cuerpo o la fuente de luz que la manifiestan. La sombra solo es tocable en otra dimensión, la física.
VÍDEOS DE TEATRO DE SOMBRAS:
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